¿Te imaginas tener a una persona llena de odio siguiéndote todo el día todos los días, criticándote y señalando cada defecto o esperando avergonzarte cuando cometes un error? Sería horrible, ¿verdad? Cualquiera te diría que te alejaras de esa persona lo antes posible, pero, ¿qué ocurría si esa persona fueses tu mismo? Si te odias a ti mismo, no puedes alejarte de ti... Pero sí puedes aprender a poner fin a esos pensamientos negativos y tóxicos, y así, poder disfrutar de tu vida y de tus relaciones personales pero sobre todo, la relación contigo mismo.
Los pensamientos típicos de odio a sí mismo pueden incluir cosas como: 'Sabía que lo haría mal', 'No merece la pena que lo intente', 'Soy un perdedor', 'Nadie me quiere', 'Nadie quiere estar conmigo', etc. Cuando alguien experimenta auto odio, se siente como si nunca pudiera alejarse de ese implacable crítico. Experimentan el ridículo constante y la vergüenza que proviene de su propia mente.
Odiarse a uno mismo es algo que se desarrolla con el tiempo y que está influenciado por muchos factores. No solo hay una experiencia particular que desencadene ese odio hacia uno mismo, sino la influencia de muchas experiencias a lo largo del tiempo.
1- Expectativas demasiado altas contigo
Es normal querer formar parte de un grupo o hacer bien las cosas, pero, a veces esas expectativas pueden ser demasiado altas, tanto que nadie las puede alcanzar. Estas expectativas irreales a menudo nos llevan a quedarnos cortos y sentir que hemos fallado. Nuestro crítico interior aparece en voz alta en esos momentos para avergonzarnos y recordarnos lo decepcionantes que hemos sido.
2- Expectativas altas en los demás
Cuando quieres conectar con los demás quizá les pongas expectativas demasiado altas. Te puedes sentir bien cuando otras personas están contentos con nosotros, aunque esto puede tener un comportamiento dependiente. En cambio, te puedes sentir mal cuando no satisfaces las necesidades de los demás o crees que has decepcionado a alguien.
3- Mentalidad perfeccionista
Si eres una persona muy perfeccionista es posible que no quieras equivocarte... Pero las personas estamos llenos de errores y limitaciones. No esperes la perfección en ti mismo ni en los demás, porque simplemente, la perfección no existe.
Es importante tener en cuenta que a menudo desarrollamos una mentalidad perfeccionista en un esfuerzo por protegernos del dolor y los sentimientos de desconexión. El énfasis está en el rendimiento con la creencia de que, cuando actúas a la perfección, de alguna manera evitas sentir dolor. Este dolor podría incluir cosas como vergüenza, soledad, abandono, ridículo, ser juzgado y más... pero la frustración al darte cuenta de que no eres perfecto es enorme.
4- Traumas vividos en el pasado y no superados
Muchas personas con auto odio extremo han pasado por experiencias traumáticas y emocionalmente desafiantes en el pasado. Estas experiencias a menudo incluyen abusos o negligencia sexual, física o emocional. Cuando los niños pasan por experiencias de abuso emocional y negligencia, comienzan a ver el mundo como un lugar inseguro y a las personas que los rodean como peligrosas.
En un esfuerzo por tratar de dar sentido a su mundo, pueden desarrollar una narrativa que les haga sentir que no valen la pena y no tienen valor. La gente incluso puede haber experimentado que un padre u otro ser querido le haya dicho directamente estas cosas, declaraciones odiosas que pronto se convierten en una parte demasiado familiar de su crítico interno.
5- Comparaciones sociales
Existe una tendencia natural en nosotros a querer hacer las cosas bien y no sentirnos abandonados, a menudo nos distrae mirar lo que hacen los demás... y nos comparamos pensando que los otros siempre serán mejores. No es malo mirar qué hacen los demás, lo que está mal es cuando esa observación se vuelve dolorosa hacia uno mismo.
Si te odias a ti mismo o misma es posible que estés comparándote demasiado con otras personas. Si solo observas a otros y das valor a los demás porque consideras que son mejores y te devalúas a ti mismo, estarás teniendo una relación tóxica con las comparaciones.