La ira es un sentimiento normal y saludable si se mantiene bajo control, pero si no se controla puede convertirse en un problema en tu vida.
El mal genio es una reacción ante algo que no nos gusta y que nos hace sentir que nos han atacado de alguna manera. Por tanto, el mal genio aparece como una forma de defensa ante una situación que nos perjudica de algún modo. Esta reacción normalmente es desproporcionada e irracional, destinada a herir a otra persona, física o verbalmente. Sin duda, controlar nuestro genio nos ayudará a no perder a amigos o seres queridos y a establecer unas relaciones sociales mucho más sanas.
¿Qué podemos aprender del mal genio?
Desde pequeños se nos ha enseñado a reprimir la ira porque incomoda y asusta a los demás. Sin embargo, al reprimir esta emoción se crea una montaña de sentimientos explosivos en nuestro interior que pueden estallar en cualquier momento y de formas muy variadas. Estos sentimientos se pueden manifestar en enfermedades físicas, depresión, comportamientos autodestructivos o agresividad física y/o verbal hacia otras personas. Cuando hablamos del mal genio, nos referimos normalmente a tener un comportamiento hostil, es decir, a la agresión verbal y/o física a otras personas.
Todo el mundo tiene una reacción física ante la ira, por lo que ser consciente de las señales que te da tu cuerpo es un primer paso para calmarte. Cuando el mal genio se apodera de ti, es posible que tu corazón se acelere y empieces a respirar más rápidamente. Estas reacciones preparan tu cuerpo para la acción y van acompañadas de otras como la tensión muscular.
El primer paso para cambiar la forma de interactuar con los demás es identificar los problemas y aceptar nuestra responsabilidad. Para esto, hay que analizarse a uno mismo con honestidad y revisar el papel que el mal genio ha jugado en tus relaciones. Tras esto, se puede comenzar el proceso de aprender a identificar y a procesar los sentimientos. Recuperas el poder sobre tu vida cuando tomas conciencia y te comprometes a cambiar la forma de pensar y de actuar que has tenido hasta el momento presente. Ante este cambio de actitud, las emociones ya no dominarán tu vida diaria.
¿Se puede controlar el mal genio en pleno ataque?
Si has tenido episodios anteriores en los que has perdido el control, el primer paso para relajarte es salir de la situación que te incomoda. Poner una distancia física permitirá que tu mente salga de ese estado gradualmente y que se relaje más rápido. Así, tu respiración y frecuencia cardíaca se estabilizarán al estar alejado del foco de tu ira.
Para controlar conscientemente el mal genio, una buena táctica es contar hasta 10 mientras se respira profundamente, toma más tiempo para exhalar que para inhalar. Concentrarte en tu respiración cuando estás enfadado o enfadada sin duda te relajará y te ayudará a pensar más claramente sobre la situación que te ha afectado.
¿Cómo controlar el mal genio a largo plazo?
Una vez que puedes reconocer cuando te estás enfadando y puedes calmarte a ti mismo, antes de estallar, puedes empezar a mirar otras formas de controlar tu mal genio. Vamos a ver algunas rutinas que puedes introducir en tu vida diaria para controlar el mal genio:
- Hacer ejercicio puede ayudar a controlar tu ira. El ejercicio físico disminuye los niveles generales de estrés. Correr, caminar, nadar, practicar yoga y meditar son sólo algunas ideas de actividades sencillas que se pueden realizar y que ayudan a reducir los enfados.
- Mimarse a uno mismo para mantener la calma. Los días son muy largos, así que es importante encontrar un momento del día para relajarte. Date un baño, lee un libro que te apetezca, escucha música o, simplemente, túmbate en el sofá de tu casa en silencio. Esto te ayudará a estabilizar tus emociones y a sentirte más feliz contigo mismo.
- Potencia tu creatividad. Escribir relatos o un diario, bailar, pintar, etc, son actividades creativas que te hacen liberar tensiones y reducen tus sentimientos de ira o rabia.
- Comunica tus emociones. Tenemos la costumbre social de decir que estamos bien cuando nos preguntan "¿Cómo estás?", aunque realmente no lo estemos. Pero hablar de nuestros sentimientos con personas de nuestra confianza puede ser útil y nos ayudará a ver y a plantearnos otras perspectivas. También puede ser constructivo hablar con la persona que te haya causado malestar, con tranquilidad, explicándole el motivo que te ha hecho enfadar y cómo te has sentido.
Hay que dejar ir los malos pensamientos
Una de las características de los enfados y que alimentan el mal genio generalizado es que la mente se concentra en lo que nos molesta. Comienzan los pensamientos rumiantes que incrementan el malestar, intentando justificar nuestra actitud y nuestro enfado. En realidad, aunque pensemos mucho y demos vueltas a lo mismo una y otra vez, no estamos siendo nada razonables y esto perjudica seriamente nuestras relaciones personales.
Estos pensamientos obsesivos que alargan el enfado no son útiles, por tanto, es aconsejable apartarlos de la mente tan rápido como seas consciente de que te estás dejando llevar por tu genio. Es importante evitar palabras contundentes como 'siempre' o 'nunca' porque estarás cayendo en generalizaciones que aumenten tu ira y que no serán muy ciertas en realidad. También conviene evitar usar un tono imperativo porque forma parte de un lenguaje agresivo que puede hacer sentir mal, gratuitamente, a la otra persona.