En tiempo de elecciones y en temporada política, los términos demagogia y populismo son todo un clásico a utilizar. Pero, ¿existen diferencia entre estos don conceptos? ¿Es lo mismo utilizar la palabra demagogia que populismo? Y sobre todo, en qué circunstancias se debe emplear uno y otro.
Las definiciones propias de cada término son las siguientes: se entiende como demagogia a toda práctica política que se centra en ahondar en los sentimientos de la población para ganarse de esta manera su apoyo, mientras que, a lo que llamamos populismo, hace referencia a la forma en la que se utiliza la retórica, para buscar incentivar los deseos de las ciudadanos con el único fin de conseguir su ayuda. Es decir, la primera busca atraer a los demás hacia sus propios intereses a través de mentiras y propuestas utópicas difíciles o imposibles de conseguir. Entre los elementos que forman parte de la demagogia juegan un papel muy importante sacar datos fuera de contexto o manipular la información entre muchos otros.
La demagogia en la práctica política
Muchos expertos consideran que la demagogia es una degeneración en sí misma de la democracia. ¿Por qué? Porque muchos gobernantes acceden a sus puestos de poder a través de votaciones libres que deciden los ciudadanos, y que para ello, estos han ejercido su derecho a voto guiados por las falacias de los políticos. Por tanto, un candidato demagogo se impone al resto no por su programa electoral o por sus grandes propuestas, sino por despertar algún tipo de sentimiento en la gente. Un candidato demagogo no apela a lo racional.
También debe tenerse en cuenta que existen varios tipos de demagogia, ya que ésta se puede dar y manifestar de diferentes formas. La primera de las formas es a través de las falacias, con argumentos contradictorios que pueden equivocar a los ciudadanos. La segunda es mediante la manipulación de la palabra, proporcionando diferentes contextos y significados adicionales a lo que se está expresando. La tercera es a través de la omisión de cierta información, la cuarta modificando de manera constante los argumentos. La quinta con tácticas de despiste, que consiste en llevarse la discusión a un tema que se domina a la perfección. La sexta con hipótesis que no reflejan la realidad, la séptima asociando un grupo de personas u otros partidos con connotaciones negativas. Y la octava y última, mediante la falsa dicotomía, donde solo dos únicos puntos de vista se presentan como las únicas opciones posibles.
El populismo como tendencia política
En política se utiliza el término populismo para hacer referencia a todos aquellos movimientos que rechazan a los partidos clásicos y tradicionales, y que se muestran unidos a las clases dominantes. El populismo tiende en su discurso a apelar continuamente al pueblo, entendiendo el pueblo como las clases sociales sin privilegios. Es decir, un líder populista siempre se mostrará frente a los ciudadanos como un candidato humilde. Durante muchos años, el populismo se acuñó a los partidos de izquierdas. Además, los grupos populistas no son considerados un grupo homogéneo, ya que muestran varias diferencias en cuestiones tanto políticas como económicas.
El populismo desde su significado más negativo y peyorativo, está destinado a ganarse la simpatía y confianza de la población, especialmente si está posee derecho a votar. Sin embargo, desde el punto de vista positivo, el populismo puede dar voz a todas aquellas personas que no se sienten representadas por ningún partido, tiene el poder de movilizar sectores excluidos de la sociedad e integrarlos en el sistema y mejorar la capacidad de respuesta de la práctica política.
Por tanto, y como conclusión, podemos decir que los conceptos de populismo y demagogia se utilizan de manera indistinta, ya que en los dos casos, se hace referencia a la intención de convencer al pueblo con unas ideas que en realidad esconden intereses ocultos. Por su parte, el término de populismo es bastante atemporal, es decir, se emplea en política en cualquier momento. No obstante, es otra manera de realizar política basada en la propaganda, donde tiene una gran importancia la carisma de su líder, quien sabe perfectamente decir al pueblo lo que este necesita escuchar. Ningún partido se declara abiertamente populista, ya que desde siempre es un concepto ligado a un significado negativo.
Mientras que un político demagogo tiene como único objetivo sacar adelante las ideas que le interesan. Sus tácticas se basan generalmente en halagar de forma constante al pueblo y llevárselo a su territorio. Generalmente, los demagogos tienen tendencia a convertirse en políticos corruptos, que ceden de manera fácil a los sobornos, ya que tan solo les interesa el poder y tener un estatus en la sociedad. Convirtiendo la política en una mera competición donde tan solo se busca el poder, en lugar de que esta, se transforme en la herramienta necesaria para ayudar a los ciudadanos.