Los seres humanos sabemos a ciencia cierta que no somos eternos y que, por tanto, en algún momento acabaremos falleciendo. Es lógico que esta idea pueda llegar a atormentarnos, a darnos miedo o a provocarnos un malestar profundo, puesto que la muerte es algo que nos es totalmente desconocido. Y, por ende, es comprensible que ante cualquier alarma de estar gravemente enfermos nos asustemos y queramos asegurarnos de que nos encontramos completamente sanos. Por eso nos agobia sentir que nos duele el pecho, y creemos que podría ser un infarto; o por eso unos gases pueden llegar a llevarnos a Urgencias, convencidos de que tenemos apendicitis.
Hasta aquí, todo es comprensible. El problema es cuando este temor, este miedo a tener cualquier enfermedad, lleva a alguien a convencerse de que está gravemente enfermo, le provoca ansiedad y acaba llevándole al médico cada dos o tres días, convencido de tener una enfermedad muy grave. Porque en ese caso, estamos hablando de un trastorno mental conocido como hipocondría.
La hipocondría es un trastorno que provoca que, a causa del miedo a una enfermedad, la persona acabe totalmente convencida de que la tiene. Es una actitud que quien padece hipocondría adopta ante la vida, y le lleva a someterse constantemente a análisis para asegurarse de que no está realmente enfermo. Lo que provoca esto es el miedo a padecer alguna enfermedad real, que acaba obsesionando sin medida a la persona que sufre la hipocondría. Lo que mucha gente desconoce es que, en ocasiones, la hipocondría puede acabar generando enfermedades físicas reales, que van más allá del trastorno mental en sí.
El miedo puede hacer enfermar
Creer que porque una persona tiene hipocondría ya se está inventando todos los síntomas que señala tener, únicamente por el miedo, es contraproducente. Sobre todo porque la hipocondría podría acabar generando una enfermedad física real, como podría ser un ataque cardíaco. Según un estudio realizado por la Universidad de Bergen, que se encargó de hacer un seguimiento durante más de doce a años a siete mil noruegos, la preocupación excesiva por la salud puede acabar aumentando en un setenta por ciento el riesgo de sufrir un infarto.
Aunque también hay que tener en cuenta que, en muchas ocasiones, una persona con hipocondría podría acabar generando síntomas orgánicos reales, que se pueden ver como síntomas de cualquier otra enfermedad, debido a la atención emocional que le está prestando a lo que él cree que es real. Es decir, podría acabar generando síntomas psicosomáticos, que derivarían de una preocupación muy alta y de un miedo excesivo.
más riesgo de padecer un infarto por el exceso de sufrimiento
La hipocondría debe tratarse
La hipocondría es un trastorno que puede acabar derivando en problemas de ansiedad, e incluso en ataques de pánico, además de afectar negativamente en la vida de la persona que la padezca. Es por eso que, como cualquier otro tipo de trastorno mental, debe tratarse desde el primer momento en el que se detecte, y siempre por un profesional; sin un psicólogo, superar la hipocondría podría acabar complicándose más de lo esperado.
No podemos obviar tampoco que muchos estudios han relacionado una actitud negativa con una calidad de vida mucho peor, no solo a nivel emocional sino también a nivel físico; la actitud puede llegar a influir más en la longevidad que la cantidad de ejercicio físico que se realice, por ejemplo. Cuando hablamos de una actitud negativa, también nos estamos refiriendo a esta obsesión insana, a esa creencia de tener siempre una enfermedad grave que amenace directamente a la vida propia. Si bien es cierto que a todos nos preocupa nuestro estado de salud, en el caso de las personas que padecen hipocondría esto es perjudicial: porque cuanto más se preocupan ellos por su salud, más acaban enfermando.
Si os veis reflejados en estos síntomas, o si creéis que podéis padecer hipocondría, no dudéis en acudir a un profesional y contarle vuestros problemas; solo así podréis volver a disfrutar de la vida sin esa insana obsesión.