Uno de los grandes problemas que tiene la sociedad ahora mismo es que confunde los auto-cuidados con egoísmo; se suele asociar el priorizar la estabilidad, el cuidar de uno mismo, con egoísmo o con no tener en cuenta las necesidades de los demás, cuando nada más lejos de la realidad. Pareciera que debiéramos estar dándonos constantemente al resto, que tuviéramos que cuidar a los demás y, para ello, olvidarnos a nosotros. ¡Pero no! La clave está en encontrar el equilibrio, en poder hacer las dos cosas al mismo tiempo: que cuidar a los demás no implique descuidarnos a nosotros.
El equilibrio suele ser la solución a casi todos los problemas que nos encontramos en nuestro día a día, y que nos hace debatirnos entre un punto u otro. Por ejemplo, en el tema que estamos tratando hoy: de poco serviría cuidar únicamente a los demás y olvidarnos de nuestras necesidades, puesto que al final acabaríamos estando nosotros mal. Y de nada sirve, a su vez, cuidar únicamente nuestro bienestar si no cuidamos a los demás también, puesto que acabaríamos culpabilizándonos. Para ello, debemos buscar un equilibrio entre ambas situaciones.
Comprende que tú también eres importante
Darse a los demás es sencillo. Perderse en los problemas de otros, también. Porque es mucho más fácil para nosotros analizar a los demás y procurar ayudarlos que comprender que nosotros también necesitamos esos mismos cuidados.
Lo primero para alcanzar ese equilibrio es, pues, darte la importancia que realmente tienes. Quererte, conocerte, apreciarte y saber ver en ti todo eso positivo que ves en los demás. Porque si no te valoras, no sentirás que eres importante y que también necesitas tener tiempo para ti.
Valora cada situación de forma individual
No es lo mismo ayudar a tu pareja en un problema familiar que pueda tener de forma puntual que tener que estar constantemente pendiente de sus necesidades, hasta el punto de olvidar que tú también tienes las tuyas. Lo primero es comprensible, puesto que hay circunstancias en las que hay saber mirar hacia fuera; lo segundo implica olvidarte a ti mismo o a ti misma, olvidar que tú también necesitas unos cuidados básicos, y priorizar a otra persona por encima de ti.
Y mientras que lo primero está bien, lo segundo acabará afectándote a nivel emocional. Eso no quiere decir que tengas que abandonarla, o que debas rendirte, pero sí es importante que te sientes y pongas las cartas sobre la mesa, tanto con tu pareja como contigo mismo.
Cuídate como si tú fueras tu mejor amigo
Aunque pueda parecer un absurdo, lo cierto es que la mejor forma de cuidarte y de mantener un equilibrio entre tu estabilidad emocional y la de tus más allegados es tratarte a ti mismo como si fueras tu mejor amigo. ¿Si tu mejor amigo estuviera mal le dirías que ese día se dedicara a sí mismo, se cuidara y se quisiera? ¿Que hiciera lo que más feliz le hiciera sentir, sin más? ¡Por supuesto! Pues haz exactamente lo mismo contigo: cuídate, quiérete y valórate.
Tenemos la mala costumbre de menospreciar nuestros sentimientos. Creemos que nuestras ganas de desconectar de todo, de aislarnos por un rato de los problemas de los demás, es egoísmo, y no lo es. Es nuestra mente pidiéndonos a gritos el descanso que merece. Quizás va siendo hora de que aprendas a escucharte como escuchas a los demás.
Y, sobre todo, dedícate tiempo
Todo lo que te hemos mencionado anteriormente son consejos que llevar a cabo cuando te encuentras en una situación de desasosiego, pero hay uno que deberías aplicarte durante todos los días de tu vida: dedícate tiempo a ti mismo. Todos los días, aunque sea diez minutos. ¡O dos horas! El tiempo del que dispongas. Haz deporte, escucha música, lee un libro, sal a pasear, disfruta de tus mascotas o, sencillamente, no hagas nada. Descubre qué te apasiona y dedícale tiempo. Porque así es como aprenderás a escucharte, a quererte y a cuidarte.