¿Alguna vez te has dado cuenta de que has esperado hasta el último minuto para hacer las cosas aún teniendo tiempo para haberlo hecho antes? La dilación es algo con lo que la mayoría de las personas han vivido alguna vez. No importa lo bien organizado y comprometido que estés, es probable que te hayas perdido horas en actividades triviales (ver televisión, actualizar tu estado de Facebook, comprar en Internet) cuando deberías haber pasado ese tiempo en el trabajo o haciendo otras cosas más productivas.
Ya sea que pospongas tu trabajo, evitas las tareas o quieras ignorar las tareas domésticas, la postergación puede tener un gran impacto negativo en tu vida.
Por qué te esperas hasta el último minuto
Todos postergamos un tiempo u otro, esto puede ser un problema sobre todo para los estudiantes que hasta el 75% de ellos posponen su trabajo académico. Los estudiantes tienden a:
- Sobreestimar cuánto tiempo les queda para realizar tareas.
- Sobreestimar cuán motivados estarán en el futuro.
- Subestimar cuánto tiempo llevarán ciertas actividades a completarse.
- Asumamos erróneamente que deben estar en el estado de ánimo adecuado para trabajar en un proyecto.
Es posible que a medida que lees la lista, estés recordando algunas veces que has pasado por estos momentos. ¿Recuerdas el tiempo que pensaste que te quedaba una semana para terminar un proyecto que debías entregar al día siguiente? ¿O las veces que no has limpiado tu casa porque no tenias ganas de hacerlo en ese momento?
A menudo asumimos que los proyectos no tardarán tanto en terminarse como realmente lo harán, lo que puede dar lugar a una falsa sensación de seguridad cuando creemos que todavía tenemos mucho tiempo para completar estas tareas. Uno de los factores más importantes que contribuyen a la postergación es la idea de que debemos sentirnos inspirados o motivados para trabajar en una tarea en un momento determinado.
La realidad es que si esperas hasta estar en el estado de ánimo adecuado para realizar ciertas tareas (especialmente las indeseables), probablemente encontrarás que nunca llega el momento adecuado y que la tarea nunca se completa. La duda también puede desempeñar un papel importante. Cuando no estás seguro de cómo abordar un proyecto o estás inseguro en tus habilidades, puede que lo pospongas para trabajar en otras cosas.
El impacto negativo de la dilación
Alrededor del 20% de los adultos procrastinan habitualmente... es decir, esto no solo es un problema de los estudiantes. Estas personas no solo postergan de vez en cuando, es una parte habitual de su estilo de vida. Pagan sus facturas tarde, no comienzan a trabajar en grandes proyectos hasta la noche anterior a la fecha límite, retrasan las compras de los días festivos hasta la víspera de Navidad e incluso presentan sus declaraciones de impuestos sobre la renta con retraso.
Desafortunadamente, esta postergación puede tener un impacto grave en varias áreas de la vida, incluida la salud mental de una persona . En un estudio de 2007, los investigadores descubrieron que al comienzo del semestre, los estudiantes que eran procrastinadores informaron menos enfermedades y niveles de estrés más bajos que los que no lo hacen. Esto cambió dramáticamente al final del término cuando los procrastinadores informaron niveles más altos de estrés y enfermedad.
La dilación no solo puede tener un impacto negativo en tu salud, también puede dañar tus relaciones sociales. Al posponer las cosas, estás poniendo una carga sobre las personas que te rodean. Si habitualmente entregas los proyectos tarde o te quedas en el último momento, las personas que dependen de ti, como tus amigos, familiares, compañeros de trabajo y compañeros de estudios, pueden sentirse resentidos.
Razones por las que te ocurren
Además de las razones por las que postergamos, a menudo se nos ocurren varias excusas o racionalizaciones para justificar nuestro comportamiento. Éstas son algunas de ellas:
- No saber qué hay que hacer.
- No saber hacer algo.
- No querer hacer algo.
- No importa si se hace o no.
- No importa cuando algo se hace.
- No tener ganas de hacerlo.
- Tener la costumbre de esperar hasta el último minuto.
- Creer que trabajas mejor bajo presión.
- Pensar que puedes terminarlo en el último minuto.
- Falta la iniciativa para empezar.
- Ser olvidadizo.
- Culpa de una enfermedad o mala salud.
- Esperando el momento adecuado.
- Necesitando tiempo para pensar en la tarea.
- Retrasar una tarea para trabajar en otra.