Argumentar es algo que no todo el mundo sabe hacer, mostrar tu opinión y dar ejemplos, pruebas o hechos para que la otra persona no solo entienda por qué piensas así sino por qué esa otra persona debería estar a favor de lo que dices es algo que puede parecer fácil pero que no lo es en lo absoluto.
Esta competencia se vuelve algo fundamental no solo para vivir en sociedad sino para el mundo laboral y el académico. Bajo tus argumentos debe haber verdades, conocimiento y una gran capacidad para poder hilar temas que desemboquen en el hecho que tú quieres que otras personas se muestren a favor.
Pero saber argumentar no se limita únicamente a tener conocimientos y ser un buen comunicador, sino que depende de otros factores entre los que destaca saber adaptar un discurso al contexto, al nivel de conocimientos que tiene la otra persona y a los sentimientos de quien nos estamos dirigiendo.
Es por esto que te vamos a dar unos consejos para que sepas argumentar correctamente, si quieres saber todos los trucos no dudes en continuar leyendo este artículo.
Tener una base de conocimientos
En gran medida el poder argumentar y ganar debates se basa en los conocimientos que tengas sobre el tema. Es posible que más de una vez hayas escuchado la frase: "Si no tienes ni idea, para qué hablas". Y es que esto es algo muy cierto. No hay nada peor que introducirse en una conversación y hablar como un experto en un tema en el que no tienes ni idea. A estas personas se las pilla muy fácilmente y la impresión que dan es muy desagradable. Este estigma puede llevarte a que nadie te tenga en cuenta en ese tema nunca más, por lo que el primer consejo que te damos es el de documentarte al completo sobre lo que piensas debatir.
Pon en contexto a tus oyentes
En algunas ocasiones cuando queremos dar nuestro punto de vista, este se basa en unos acontecimientos o hechos pasados, que si la mayoría no conoce harán que tus argumentos se pierdan ya que no los podrán entender. Es por esto por lo que poner en contexto o en situación a las personas que te están escuchando es una manera ideal de empezar a argumentar, porque ya sentarás unas bases de por qué opinas lo que opinas sobre un tema.
Presenta las pruebas de mayor a menor solidez
Una buena estrategia para defender tu punto de vista es presentar las pruebas o datos de mayor a menor solidez. Un debate no puedes empezarlo con rumores o con hechos que no se han comprobado ya que eso hará que tu opinión parezca que no se asienta sobre bases solidas y fiables, es por esto por lo que se debe empezar por hechos contrastados y si se quiere terminar con alguna anécdota o rumor sobre el tema, dejando claro que no se conoce si es cierto, pero que según tu punto de vista conociendo los datos anteriores y reales, no te extrañaría que fuese así.
De esta forma harás ver a los demás que estás informado, que has trabajado el tema y que lo conoces en profundidad.
Elige que razonamiento que vas a utilizar
- Razonamiento deductivo: Este razonamiento se basa en generalizaciones para llegar a conclusiones específicas. Es decir, si las premisas o hechos que se afirman son verdaderas, por ende, la conclusión también debe de serlo. Por ejemplo: Todos los perros ladran, Nova es un perro, por ende, Nova ladra.
- Razonamiento inductivo: Este razonamiento se basa en empezar tus argumentos con hechos específicos para luego terminar haciendo una conclusión generalizada. Por ejemplo: María se cayó por esas escaleras, Marla también, por ende, tu también te caerás. Esta clase de razonamiento es más propio de aquellas personas que quieren hacer predicciones más que argumentar.
No repitas los mismos argumentos
En medio de tu debate puedes hablar de un dato y luego volver a mencionarlo más tarde en tu discurso, pero si lo repites incansablemente esto más que darte la razón te la quitará ya que los presentes verán que tu único argumento es este mientras que tu oponente te razona con más argumentos, lo que a ojos de los demás les hará ganar el debate.
Deja hablar y admite los errores
Algo muy importante es que debe dejar hablar a la otra persona con la que estamos debatiendo, sin interrumpirle mientras lo hace, es posible que muchas veces ante algo que diga la otra persona sintamos una fuerza en nuestro interior que quiera contestarle inmediatamente, pero esto solo nos hará ver peor a nosotros que al otro.
Por otro lado, si tu oponente ha dicho algo que es contrastable y cierto, empeñarnos en desmentirlo cuando es algo que es real nos hará quedar como mentirosos, es mejor reconocer que algo es cierto y añadir un pero que intentar desmentirlo en el caso de que sea cierto.
Evita las falacias ad hominem
Las falacias ad hominen es algo que se utiliza mucho en la política y en el día a día. Consiste esencialmente en criticar al adversario por su forma de ser más que por los argumentos que este dando.
Hacer una crítica a nuestro oponente en función de su sexo, raza, orientación sexual, apariencia, entre otros, en vez de darle solidez a nuestros argumentos, contribuirá a que los demás nos vea como malos perdedores o personas que no sabemos mantener la compostura.
Adapta el lenguaje al nivel del oponente
Es posible que, si nos hemos informado bien sobre el tema que vamos a debatir, conozcamos términos especializados, exponentes máximos sobre el tema entre otros datos útiles. No obstante, esto no debe servirnos para bombardear a quienes nos estamos dirigiendo ya que quizás no nos entiendan lo cual es lo peor que se puede hacer cuando se argumenta algo ya que así no convenceremos a los demás.
Así mismo, esto puede dar la impresión de que nos estamos refugiando en términos que no sabemos ni entendemos del todo, o que no están relacionados con el tema dando la sensación de que estamos evadiendo el punto principal del debate. Esto no debe confundirse con hablar de temas relacionados con el debate ya que esto si se puede hacer.
Pero en definitiva lo que demos hacer es adaptar nuestro lenguaje a las personas que nos van a escuchar o a nuestro oponente.