Culpar a la víctima es un fenómeno en el que las víctimas de delitos o tragedias son responsables de lo que les sucedió. Culpar a las víctimas les permite a las personas creer que tales eventos nunca podrían sucederles a ellos mismos porque serían incapaces de hacer algo así... Se sabe que la culpa de la víctima ocurre en casos de violación y agresión sexual, donde la víctima del delito a menudo es acusada de invitar al ataque debido a su ropa o comportamiento.
La tendencia de culpar a la víctimas
Un fenómeno psicológico que contribuye a esta tendencia a culpar a la víctima es el error de atribución fundamental. Este sesgo implica atribuir los comportamientos de otras personas a las características personales internas, mientras se ignoran las fuerzas externas y las variables que también podrían haber jugado un papel importante.
Cuando un compañero de clase repasa una examen, por ejemplo, probablemente atribuyas su comportamiento a una variedad de características internas. Podrías creer que el otro estudiante no estudió lo suficiente, no es lo suficientemente inteligente o simplemente es perezoso... Pero, ¿esta es la realidad? Si tú eres quien suspende un examen, ¿quién tiene la culpa del bajo rendimiento? En muchos casos, las personas culpan de sus fallas a fuentes externas. Podrías protestar de que hacia mucho calor y que no te podría concretar, que el maestro no te puntuó bien o que el examen era demasiado complicado o las preguntas demasiado rebuscadas.
La retrospectiva
Otro problema que contribuye a nuestra tendencia a culpar a la víctima es el sesgo de retrospectiva:
- Cuando observamos un evento que sucedió en el pasado, tenemos la tendencia de creer que deberíamos haber podido ver las señales y predecir el resultado.
- Esta visión retrospectiva hace que parezca que las víctimas de un crimen, accidente u otra forma de desgracia deberían haber podido predecir y prevenir cualquier problema que pudiera haberles ocurrido.
Esto no es solo algo que sucede cuando estamos viendo cosas como la violación o el robo. Cuando alguien se enferma, la gente a menudo trata de culpar a los comportamientos pasados por el estado de salud actual de la persona. ¿Cáncer? Deberían haber dejado de fumar. ¿Enfermedad del corazón? Bueno, supongo que deberían haber ejercitado más o haber calmado tanto estrés en su vida. ¿Comida contaminada? Debería haber pensado dos veces antes de ir a comer a un restaurante...
Estos son ejemplos claros de casos de culpa y parecen sugerir que las personas simplemente deberían haber sabido o esperado que sucedieran tales cosas debido a su comportamiento, mientras que en realidad no había forma de predecir el resultado.
La vida no es justa, pero nos gusta creer que sí lo es
Nuestra tendencia a culpar a la víctima también se debe en parte a nuestra necesidad de creer que el mundo es un lugar justo y equitativo. Cuando algo malo le sucede a otra persona, a menudo creemos que deben haber hecho algo para merecer tal destino. Los psicólogos sociales se refieren a esta tendencia como el fenómeno del mundo justo. ¿Por qué sentimos esta necesidad de creer que el mundo es justo y que las personas obtienen lo que merecen?
Porque si pensamos que el mundo no es justo, entonces es más evidente que cualquiera puede ser víctima de una tragedia. Sí, incluso tú, tus amigos, tu familia y tus otros seres queridos. No importa qué tan cauteloso y concienzudo seas, las cosas malas pueden suceder a las personas buenas.
Pero al creer que el mundo es justo, al creer que las personas merecen lo que obtienen y al culpar a la víctima, las personas pueden proteger su ilusión de que cosas tan terribles nunca podrían sucederles.
Pero las cosas malas pueden y probablemente te sucederán en algún momento de tu vida. Entonces, la próxima vez que te preguntes qué hizo otra persona para hacerte daño, toma un momento para considerar las atribuciones psicológicas y los sesgos que afectan tu juicio. En lugar de culpar a la víctima, trata de ponerte en el lugar de esa persona y mantén la empatía que se merece.