No me gusta mi psicólogo, ¿debería cambiar o es normal?

La vida está llena de obstáculos que a veces nos cuesta saltar debido a las circunstancias. Puede que sufras discriminación, acoso en el trabajo, que no sepas pasar un duelo, que hayas sufrido abusos sexuales, que se hayan aprovechado de ti, que vivas con personas tóxicas, que tengas problemas económicos que están afectando a tus emociones... los obstáculos de la vida pueden degradar tu salud mental.

Pero depende de cómo manejes estos obstáculos y dificultades los que te ayuden a tener una buena calidad de vida o que por el contrario, tu vida sea un caos y no sepas ni por dónde cogerla. Si has decidido ir al psicólogo para encontrar el camino, ¡felicidades! Es un buen comienzo para el cambio, tu terapeuta te ayudará a manejar estos problemas, pero... ¿qué ocurre si tu psicólogo no te gusta o crees que sus estrategias son deficientes o que incluso te están haciendo sentir peor que antes?

A lo largo de la terapia pasarás por diferentes fases en la relación con tu psicólogo

No te tiene por qué gustar para avanzar

No siempre te va a gustar tu psicólogo. De hecho, la mayoría de las personas pasan por fases durante el proceso de psicoterapia donde su admiración y simpatía por el terapeuta aumentará y disminuirá. Esto puede basarse en una serie de factores, como el tipo o la dificultad del material que se aborda en la terapia, la cantidad de estrés que usted o el terapeuta pueden estar experimentando, o algo completamente distinto. Estos sentimientos cambiantes hacia el terapeuta de uno son una parte normal del proceso terapéutico.

Algunas personas, sin embargo, se dan cuenta de que han llegado lo más lejos posible con su terapeuta actual, o descubren poco después de comenzar la terapia que el terapeuta que eligieron no es el adecuado para ellos. Hay quienes se quedarán con el psicólogo aunque no les guste porque 'ya han empezado' o porque no tienen el coraje suficiente para decirle que no quiere seguir con las sesiones. Pero si te crea ansiedad o estrés y no siempre estás de acuerdo con tu terapeuta, esto puede ser totalmente normal porque te pueden presionar o desafiar para lograr el cambio en tu vida.

La clave es reconocer la diferencia entre un nivel de estrés a corto plazo debido a un problema específico en el que se está trabajando junto con el psicólogo o un desacuerdo menor, y un problema más serio a largo plazo que está interfiriendo con su tratamiento en el futuro. Esta diferencia no siempre es fácil de detectar pero es esencial hacerlo para cambiar a tiempo de profesional sin que tu bolsillo se resienta y que tu evolución sea la adecuada.

Si no te gusta, cambia de psicólogo aunque haya comenzado la terapia

Cuando empieces con un psicólogo tendrás que evaluar si ese profesional te conviene dentro de las 3 sesiones porque te explicará cuál es su método y deberás comprometerte a él en caso de que te guste su forma de trabajar. Si, después de las tres primeras sesiones, sientes que tienes problemas con el terapeuta que no se han resuelto, puede ser hora del cambio. La mayoría de los terapeutas responderán de manera profesional y se asegurarán de que si necesita una derivación, te ayuden con eso. Algunos terapeutas pueden preguntarle por qué te vas y les buena idea responder honestamente o decir que prefiere no decirlo.

Si no te gusta de ninguna de las maneras, mejor que cambies

Si tu psicólogo no te gusta y quieres darle una oportunidad en una o dos sesiones más (a parte de las 3 iniciales) para ver si es tu percepción la que no está bien, entonces vale. Pero si te das cuenta que no te sientes bien cuando vas a su terapia e incluso tu vida comienza a estar peor que antes, entonces tendrás que valorar si realmente ese psicólogo te está ayudando lo que necesitas o no.

Si no te gusta tu psicólogo y a medida que avanza la terapia no sientes mejoría, entonces, es mejor que busques otro psicólogo que tenga buenas referencias. El psicólogo es un profesional que intentará ayudarte dentro de lo que él considera que es mejor para ti en la situación en la que te encuentras, pero si no te sientes bien con la forma en la que te está ayudando, esa disconformidad que tienes puede hacer que se ralentice el progreso.