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9 pautas para aprender a hablar en público sin miedo

9 pautas para aprender a hablar en público sin miedo
Jose Antonio Llosa
Última actualización: 31 Marzo 2018
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Hablar en público es una situación habitualmente incómoda, que se supera tomando el control sobre el evento.

Antes o después todo el mundo tiene que hablar en público. Bien en entornos educativos, en reuniones más o menos amplias, en grupos familiares, en entornos laborales... La conducta de evitación sobre estas circunstancias es una estrategia infructuosa en dos direcciones: infructuosa porque hay situaciones en las que hablar en público será inevitable, infructuosa porque si experimentamos miedo o rechazo a una conducta, cualquiera, la evitación de la misma sólo deparará mayor sensación de incapacidad para afrontarla.

Hablar en público, por tanto, es como una tirita. Cuanto antes y más rápido se arranque, mejor. Si experimentamos algún tipo de rechazo a esta posibilidad, con más razón debemos lanzarnos sin miedo a una ocasión que requiera comunicar algo frente a otras personas.

Lo más importante que debemos tener en cuenta es que un gran orador no nació siéndolo, sino que es fruto de un proceso muy largo de entrenamiento, práctica y buenas dosis de preparación. La comunicación en público es una habilidad, y como todas, se puede entrenar. El ser humano basa su cognición en la comunicación. Nuestra habilidad comunicativa es la que más utilizamos, y más entrenamos durante toda nuestra vida. Por lo tanto, hablar en público simplemente consiste en aplicar esa capacidad comunicativa a un nuevo entorno. Un entorno infrecuente y extraño, pero fácilmente afrontable.

1.- La preparación

La preparación es la parte más importante de cualquier explicación pública. Hay profesores, políticos y periodistas que llegan a desarrollar intervenciones públicas de un alto nivel sin material de apoyo. Sin preparación. Simplemente valiéndose de la improvisación. Ellos son profesionales del campo, y para llegar a ese nivel han tenido que pasar por años y años de meticulosa preparación y mejora. Incluso en estos casos, si estos perfiles preparasen su intervención previamente, su resultado también será más brillante que valiéndose de la mera improvisación.

Preparar un guión con ideas esquemáticas, así como estructurar la intervención atendiendo a los tiempos y puntos fundamentales que queremos seguir, es un proceso previo básico. Cuanto más reflexivo sea este aspecto, mejor será el resultado de nuestra actuación.

La clave para hablar en público está en preparar bien todo previamenteLa clave para hablar en público está en preparar bien todo previamente

2.- Ideas claras y concretas

Es muy frecuente, especialmente cuando se realizan presentaciones en contextos académicos, tender a detallar todos los procesos de una manera muy meticulosa. El tiempo acaba estrangulando la presentación, y la parte de conclusiones, la más relevante, se condensa en un batiburrillo de ideas disparadas a toda velocidad.

Para evitar esto. Repetimos, un efecto muy frecuente, lo mejor es que tener una serie de ideas muy claras de lo que queremos decir. De nuestra presentación se deben extraer tres o cuatro ideas. Debemos conocer esas ideas, y centrarnos en ellas. ¿Con qué aspectos queremos que el público se quede al final de nuestra intervención? Esta es nuestra primera decisión importante.

3.- El público al que nos dirigimos

Claro, que para condensar ideas y preparar un discurso, es fundamental conocer el público con el que nos enfrentamos. Si el público son compañeros de trabajo, hay muchos aspectos que podemos dar por supuesto que conocen. Si el público es general y nuestro discurso es técnico, debemos adaptar los conceptos que manejamos para que sean fácilmente comprensibles en una intervención breve. Si el público es de colegas cercanos, podemos manejar un lenguaje más amistoso; si en cambio nos encontramos en un ambiente más formal o institucional, nuestro lenguaje debe ser también adaptado.

Conocer el público es importante en la fase de presentación por dos vías: permite moldear las ideas de nuestro discurso, sobre qué nos queremos centrar; permite también anticipar el tipo de lenguaje a utilizar, uno más cercano o uno más formal.

4.- El material de apoyo

Saber de antemano si contamos con la posibilidad de utilizar material de apoyo, tipo Power Point o simplemente notas, es algo prioritario. Los Power Point y las notas no deben ser un guión de texto de nuestra intervención. Escuchar a alguien leer es aburridísimo, y hacer una presentación leyendo un folio es un fracaso rotundo.

El Power Point o las notas debe contener la estructura de lo que queremos transmitir. Sobre la manera correcta de hacer un Power Point no nos detendremos en este punto, ya que merece un estudio independiente, pero para el tema que nos ocupa es un elemento importante, ya que la posibilidad de disponer de notas o Power Point aporta seguridad. Nunca nadie se quedará en blanco, porque tiene notas o Power a las que que recurrir. Debemos pensar en este recurso como un apuntador en una obra de teatro.

5.- La práctica en frente del espejo (y las grabaciones)

Una vez tenemos nuestra presentación estructurada, las cuatro o cinco ideas a transmitir claras, y el material de apoyo listo... estamos en disposición de comenzar.

Si partimos de la base de lo que necesitamos es seguridad para hacer presentaciones en público, debemos saber que la seguridad se logra controlando la situación. Una presentación en público tiene una serie de factores claramente concretables a controlar: el contenido del discurso, el material de apoyo, lograr recordar las ideas que queremos transmitir, conocer el público... todos esos factores ya los hemos ido concretando y controlando. La principal variable a controlar, sin embargo, es nuestro propio discurso, con lo que practicar antes de la presentación es fundamental.

El consejo es repetir la presentación varias veces, quizá frente al espejo, y grabarse también es una buena idea.

El camino óptimo sería el siguiente: practicar frente al espejo dos veces la presentación, y grabar la tercera prueba. Escuchar luego la prueba, a fin de comprobar que, efectivamente, somos perfectamente capaces de hacer una presentación en público solvente.

6.- El control del tiempo

Esta simulación previa al momento de la presentación también sirve como medida de control de tiempo. Si preparamos bien la presentación, el tiempo que dediquemos a hacer nuestro discurso previamente se asemejará bastante al tiempo a emplear en la propia presentación. Sin embargo, es habitual que en la sala nos extendamos algo más en el tiempo que en la fase de preparación. Ante esta perspectiva, lo más adecuado es tratar de ser conservador con los tiempos: intentar que nuestra intervención sea pensada para ir holgada.

Afrontar con éxito un discurso en público nos animará a seguir superando retosAfrontar con éxito un discurso en público nos animará a seguir superando retos

Una máxima en las presentaciones y discursos es que siempre es mejor que sobre tiempo a que falte. Extenderse más allá de los límites temporales de los que disponemos, no sólo es disruptivo para la audiencia, que quizá tiene compromisos posteriores, sino también en caso de que haya otros ponentes que vayan a charlar después. De igual forma, también hace un flaco favor a nuestra presentación, ya que las prisas terminan generando un discurso desordenado, inconexo y pobre.

Al comenzar la presentación es importante tener un cronómetro que regule el tiempo que llevamos empleado. Una buena estrategia, si tenemos problemas para ajustarnos a los espacios temporales fijados, es dividir la presentación en segmentos. Por ejemplo, si disponemos de 15 minutos podemos repartirlos de este modo: "si cuando han transcurrido cinco he hecho la introducción voy bien; si cuando he llegado a las conclusiones voy por 10 minutos, voy bien". De nuevo, la preparación previa vuelve a ser la herramienta perfecta para controlar la situación.

7.- Control de la sala

Hay algunos casos en los que la exposición se realizará en una sala familiar, de la que conocemos las características. En otros casos la sala será desconocida para nosotros. Es importante hacer tres preguntas previas: ¿dispone de proyector y ordenador? ¿cuánto aforo tiene? ¿la presentación será de pie o sentado?

Si además tenemos la oportunidad de entrar en la sala antes de la presentación eso nos servirá como elemento tranquilizador antes de realizar el discurso.

8.- Nuestra persona de apoyo

Si hablar en público nos causa cierto desasosiego, o si se trata de nuestras primeras intervenciones en público y no tenemos claro cómo vamos a reaccionar, contar con alguna persona de apoyo en la sala es un elemento tranquilizador que se puede aprovechar.

Aunque en una intervención se debe mirar al conjunto de la audiencia -nunca hacia abajo, ni fijamente al mismo punto durante todo el tiempo-, se puede buscar a alguien familiar con quien cruzar la mirada de cuando en cuando.

Es importante comentar antes con esa persona de confianza que te incomoda hablar en público, para que tu aliado te pueda aportar feedback positivo. Por ejemplo, asintiendo cuando os miráis o simplemente sonriendo.

9.- Saber que nos amedrenta, y afrontar la situación

Posiblemente si alguien ha llegado a leer este artículo es porque sabe que hablar en público le resulta desagradable. Es importante no evitar esos pensamientos negativos, ni obviarlos. Lo más fructífero es ser consciente de que hablar en público es una situación incómoda y simplemente depositar arrojo para afrontarla. Preparar muy bien la presentación, practicar y llevarla a cabo después. Si superamos esa situación incómoda, sin duda con éxito si la preparamos correctamente, la satisfacción de ser consciente de haber solventado un trance desagradable, no sólo resultará tremendamente gratificante, sino que será el mayor impulso para desarrollar con normalidad futuras ocasiones similares.

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