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Pautas para ayudar a una persona a pasar un duelo

Pautas para ayudar a una persona a pasar un duelo
Ángela María de Toro Martín
Última actualización: 3 Febrero 2020
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Cada uno tenemos nuestros tiempos para todo y especialmente para procesos tan intensos. Descubre en qué consiste un duelo, qué fases tiene y cómo superarlo.

Cualquier pérdida es un proceso que de pronto nos coloca fuera de nuestra zona de confort. Esta es realmente la cuestión de fondo que sacude la realidad cotidiana. Representa un sentido de desestabilización que en un momento va a producir una percepción de que todo lo que es habitual está a punto de cambiar.

Lo habitual es que, para la mente acostumbrada a funcionar de manera autónoma, esto produzca una sensación desagradable. Estamos tomando contacto con la incertidumbre, que es la adquisición de la conciencia de que estamos en un nuevo campo en el que no sabemos manejarnos ni tampoco tenemos la certeza de que sabremos hacerlo. Las cosas pasan a un punto en el cual dejan de ser del modo en que habitualmente lo hacían, y tenemos que ayudar a que eso no nos haga más daño.

La pérdida es un proceso que nos coloca fuera de nuestra zona de confortLa pérdida es un proceso que nos coloca fuera de nuestra zona de confort

A pesar de todo, este factor es inevitable en la vida. Por mucho que lo pretendamos no estamos en condiciones de controlar todo. Es por esto que vivir en la incertidumbre con un cierto grado de confort, con confianza, sin miedo o a pesar de él, es el gran aprendizaje de cualquier vida.

Atravesar un proceso de duelo

En cualquier pérdida se atraviesa por un proceso de duelo. Por este medio, se produce una transición de lo que era a lo que será, siempre teniendo muy en cuenta lo que está pasando en el presente. La vida siempre es un camino hacia adelante. Nunca retrocede; como mucho puede quedarse estancada, pero no se detiene.

Lo que hay que tener en cuenta es que la reconstrucción de la persona tras un proceso de pérdida no la va a colocar nunca en el mismo lugar en el que estaba. No es una restauración de las condiciones previas. Tampoco significa que haya que dejar de ser quien se era antes, solo cambiamos lo que hemos estado siendo para expresarnos de nuevos modos, para adoptar nuevos valores y tomar una perspectiva diferente. Esto es lo que nos hace tomar distintos caminos y darle un nuevo significado a nuestras vidas porque perder no significa estar perdidos. De hecho significa estar muy vivos, como bien afirma el psicólogo Fernando Recondo en su libro 'GuíaBurros: Cómo afronta una pérdida'.

Tras el proceso de pérdida la persona nunca se coloca en el mismo lugar que estabaTras el proceso de pérdida la persona nunca se coloca en el mismo lugar que estaba

Si hay algo de lo que podemos estar completamente seguros es de que, tarde o temprano, experimentaremos una pérdida. Especialmente si tenemos en cuenta que ciertos procesos, como ocurre con la vida misma, están destinados a tener un final.

La muerte, ese momento tan temido

La muerte es el gran tabú en gran parte de la civilización, especialmente en la occidental. No pensamos en ella y tratamos en lo posible de evitar hablar sobre el tema. Es curioso que la única certeza de la vida humana sea algo que no se expresa. La muerte nos da un sentido que tendemos a rechazar porque nos lleva a una parte de nuestra realidad que nos cuesta asumir.

Pero sí que hay una realidad que es incuestionable y es que, dentro de esa idea de lo efímero inherente a la condición humana, dejamos una huella en el entorno cercano. Hay personas que, por lazos familiares, de pareja, amistad o cualquier otro lugar que ocupen en la vida, son tan significativas como para que su presencia importe, y en algún momento de la vida vamos a pasar por el trance de ver cómo alguna de ellas mueren.

Hay que ser capaces de soltar y abrir un espacio al dolor y a su manifestaciónHay que ser capaces de soltar y abrir un espacio al dolor y a su manifestación

Es en estos momentos de despedida en los que la muerte se nos hace real, presente e innegable, cuando pasamos por situaciones en las que nos vemos enfrentados a un hecho que no por ser natural no deja de marcar un punto relevante en la historia de nuestras vidas. Las sensaciones que acompañan a la partida de un ser querido vienen rodeadas siempre de un campo emocional removido.

De cómo gestionemos las emociones, de cómo demos expresión a todas las sensaciones y pensamientos asociados a la presencia de esta muerte que aparece, dependerá el modo en que la vida va a seguir adelante desde ahí. Ser capaces de soltar, de dejar ir, de abrirle un espacio al dolor y a su manifestación y, además, de ser capaces de tomar partido por la vida en presencia de la muerte.

Etapas del duelo

Aunque realmente se hace un proceso de duelo en cualquier tipo de pérdida, lo asociamos especialmente a la presencia de eventos de muerte. Cada uno tenemos nuestros tiempos para todo y especialmente para procesos tan intensos, pero es muy importante ponerse en el estado que nos permita vivirlas y ser consciente de ellas, porque van a estar presentes con la conciencia puesta en ese duelo o sin ella.

Aunque estemos acompañados, el duelo es un proceso individualAunque estemos acompañados, el duelo es un proceso individual

El duelo se hace siempre, a veces mucho tiempo después de cuando le correspondió, como sucede en el caso de un duelo enquistado. No podemos, aunque queramos, hacer un rodeo: el tema solo se puede resolver atravesándolo, como cualquier otro. Es posible que por circunstancias no nos sintamos preparados, normalmente por un sentimiento de que ese dolor no podrá ser sostenido. Pero la única manera real de ayudar a acabar con el dolor es empezar por aceptarlo.

Estas etapas no son necesariamente cronológicas. Pueden alternarse e incluso darse dos o más juntas al mismo tiempo. Es un proceso que, aunque estemos acompañados, vamos a hacer por nosotros mismos, por ayudar a nuestra persona. Es personal e individual y no está sujeto a patrones, sino que va a depender de cada persona.

Tampoco tiene una duración determinada, aunque se considera un año como un período de referencia, ya que durante el mismo se van a volver a revivir las cuatro estaciones, las fechas que fueron significativas y finalmente el aniversario de la partida. Es un período en el que nos hacemos conscientes de aquellos temas relativos a esa partida en los que nos quedamos enganchados.

Existen diferentes fases o etapas que han de pasarse para superar la pérdidaExisten diferentes fases o etapas que han de pasarse para superar la pérdida
  1. Shock inicial
  2. Este lleva a la negación de lo ocurrido. Por eso, en caso de largas enfermedades o de enfermos terminales, esta fase suele empezar en el momento del diagnóstico. El sentimiento de que no tenemos el control es el trabajo de la mente, que se pone a racionalizar algo a lo que no va a poder encontrar una solución.

    La muerte nos enfrenta a la realidad socialmente ocultada de que no controlamos, que pueden pasar cosas que no podemos manejar ni, desde luego, solucionar. Nos han educado para comprar seguridad y no para vivir acompañados de una incertidumbre que por mucho que neguemos siempre estará presente. Mantenerse ocupado es un modo de no entrar en el proceso que se está abriendo. No ayuda porque también tendremos problemas para concentrarnos.

  3. Rabia
  4. Suele seguir inmediatamente al shock inicial y comparte tiempo y expresión con él. Aumenta la necesidad de racionalizar y entender para encontrar una explicación aceptable a lo que está ocurriendo. Solo es una esperanza, la muerte no es algo que haya que entender, sino algo que hay que permitirse sentir.

    La muerte nos enfrenta a la realidad de la vidaLa muerte nos enfrenta a la realidad de la vida

    Es un momento en el que se pueden presentar importantes contradicciones, que pensamos que no son naturales o aceptables, como sentir al mismo tiempo el dolor y el alivio. En un entorno de emociones desbordadas, podemos pasar por varios estados en un corto plazo de tiempo. La entrada en el sufrimiento viene de pensamientos acerca de que si dejo de sufrir, será una señal de que no me importa, lo cual es falso y solo nos conecta con juicios y creencias sobre uno mismo que no ayudan.

  5. La pena
  6. Permitirse entrar en la pena abre la parte final del proceso. A veces necesitamos fingir que estamos bien para poder llevarlo con mayor facilidad. Cuando actuamos con intención de recuperación, y esta pasa por la aceptación de cómo nos encontramos antes que nada, empezamos a remontar. Siempre dejando fuera el sentimiento de culpa que no hace ayuda más que a la justificación.

    Es el momento de dar cabida a la expresión del dolor, que es lo único que realmente permite aliviar la pena, entendiendo que aliviar solo significa ser capaz de convivir con ella mientras se encuentre presente. La única manera real y honesta de transitar la pena es reconocerla, aceptarla y darle el espacio que nos está reclamando.

  7. Reconciliación
  8. El momento en el que todo empieza a colocarse llega de un modo inadvertido; la toma de conciencia es paulatina, hasta que sentimos que algo que nos dolía ya no está. Es el momento en el que sentimos que podemos seguir haciendo nuestra vida, y probablemente comprendamos que ya no es igual. La señal más clara de habernos reconciliado con esa muerte es sentir que podemos sostener los recuerdos y comprenderlos con amor y desde la felicidad.

    Superar la muerte de un ser querido no significa olvidarleSuperar la muerte de un ser querido no significa olvidarle

    Podemos agradecer lo que fue, celebrar la vida, ayudar al aprendizaje. El duelo se termina cuando podemos estar en paz con lo que ya es pasado, integrarlo en nuestra vida y seguir adelante con lo que ha cobrado nuevos significados.

Pautas a seguir

  • Toda muerte abre un proceso de duelo que habrá de desarrollarse antes o después.
  • La muerte nos enfrenta a la realidad de su existencia y a la fantasía que hay tras la seguridad y el control.
  • Ha de abrirse un campo en el que poder dar expresión a las emociones.
  • Es normal la presencia de emociones contradictorias en un mismo momento.
  • Es importante darnos cuenta de los modos en que tratamos de evitar expresarnos, y con ello huir de la realidad de lo que está ocurriendo.
  • Todo se empieza a colocar cuando podemos vivir en paz con el pasado.
  • Superar la muerte de un ser querido no significa nunca olvidar. Hay una gran cantidad de buenos recuerdos que merecen ser conservados.

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