Todos sabemos qué es el fracaso. La definición más técnica del fracaso es cuando una persona tiene un resultado desfavorable o fatal en una empresa o negocio, o cuando un suceso acaba siendo lamentable y nefasto y que suele ocurrir sin esperarlo o incluso esperando que acabe bien, termina mal. El fracaso suele ir unido al malestar, inquietud, angustia, etc. de la persona que lo sufre y todos en algún momento lo hemos experimentado, unos con más intensidad que otros.
Todos pensamos que fracasar es algo realmente grave y que nos avoca a sentirnos desolados, con malestar y que nuestra autoestima cae sin remedio. Cuando nos proponemos una meta y esta no se nos logra, aunque la responsabilidad del fracaso no haya sido nuestra, nos sentimos mal, que hemos cometido algún error, invadiéndonos un sentimiento de culpa que no podemos remediar.
El miedo a fracasar también es algo tan limitante como fracasar en sí. Estar preocupado por tener resultados negativos, pensar que no se está en el nivel deseado, tener expectativas elevadas o evitar realizar cosas que se desean hacer por temor a no hacerlo bien nos lleva a un estado de ansiedad que invade nuestra mente igual que si hubiéramos fracasado realmente.
Cómo afrontar el fracaso
La frustración de no tener éxito nos acompaña desde pequeños y saber enfrentarnos a ella es una de las lecciones de vida más importantes ya que si no sabemos gestionarla adecuadamente puede ponernos en una situación en que los sentimientos de ineficacia, complejos, falta de motivación para iniciar nuevos proyectos e ilusión para llevarlos a cabo nos precipite quizá a un bajo autoconcepto personal y a una autoestima degradada. Por eso conocer nuestra fortaleza mental y saber en qué medida controlamos nuestra reacción ante sucesos de perdida, de no lograr el existo, de no conseguir nuestras metas sea un trabajo más importante de los que creemos. Hay gente que sabe gestionar la desilusión del fracaso muy eficazmente pero hay otras personas que no logran controlarlo, son casos más extremos pero pueden llegar a enfermar y caer incluso en depresión.
Todos queremos conseguir el éxito y en este siglo es algo que nos persigue continuamente. Por eso, el fracaso o considerarse un fracasado puede llegar a ser un estigma. La publicidad, las películas o las series nos indican y envían mensajes de que tener éxito en todo lo que nos propongamos es la manera de lograr la felicidad o la gloria. Esto no es real, ni tampoco positivo. Tener éxito o no fracasar no es la manera de enfrentarse a la vida. Saber gestionar mejor nuestros recursos psicológicos ante la adversidad e incluso la felicidad sí es la manera más adecuada de lograr un bienestar y seguridad vitales.
El fracaso es mejor verlo como un resultado que está fuera de las expectativas y que podemos manejar a nuestro favor. Transformar nuestros pensamientos, nuestras actitudes, modificar nuestro lenguaje tanto verbal como corporal dirigiéndolo de manera que favorezca nuestra vida y viéndolo como una nueva oportunidad de conseguir nuestras metas, sueños o deseos. De esta manera gestionaremos y nos enfrentaremos al fracaso con más optimismo y con más fortaleza.
Cuando valoramos de manera más positiva el fracaso y lo vemos como una nueva oportunidad nuestra motivación y autoestima cambia también. Aquí es donde los pensamientos positivos, acompañados de frases de ánimo, pueden ayudarnos para elegir la alternativa que nos facilite sentirnos mejor, que nos centremos y nos ayude a afrontar ese fracaso que parece tan insalvable en ese momento, en una situación de superación personal y lograr ver la vida diaria más sencilla y saber que resolveremos los problemas de una manera más eficaz y resolutiva.
Encontrar un método que nos ayude a adquirir nuevos hábitos de pensamientos positivos puede que no sea tan fácil, pero si a diario logramos avanzar en un pequeño cambio cognitivo y emocional será un gran paso. Practicar mindfulness o estar atentos a lo que construimos en nuestra conciencia es muy beneficioso para logra centrar nuestra mente y controlar esos pensamientos que nos ayudaran no solo a eliminar la frustración del fracaso y su ansiedad, sino a aumentar nuestro bienestar en general. Podemos apoyarnos también con el PNL o "programación neurolingüística", con el que podremos expresarnos y pensar de una manera más eficaz y obtener mejores resultados con nuestros pensamientos positivos.
La idea es que cada persona encuentre las frases o pensamientos que más le ayuden para responder a cada situación, aceptar las vicisitudes y contrariedades de la vida de una manera más tolerable y confiando cada uno en sus capacidades para poder cambiar las cosas que puedes cambiar, aceptar las que no puedes y tener conocimiento para ver la diferencia. Tenemos que transformar las frases en pensamientos e incorporarlas a nuestro escritorio mental para usarlas en el momento preciso. En definitiva, hay que conseguir hacer de esta práctica un hábito mental saludable y beneficioso para usarlo a diario, ya que el pensamiento positivo es una actitud mental.
Superar el fracaso
Lo más importante como se ha visto es lograr hacer un cambio en nuestra forma de pensar. Hay métodos y técnicas para conseguirlo y en Bekia Psicología queremos mostraros unas sencillas frases para incorporarlas a nuestro diálogo interior y ayudarnos a nosotros mismos sin sentirnos agobiados.
Primero incorporar o enriquecer a nuestra forma de expresarnos mensajes positivos, de confianza y ánimo, reflexiones que sirvan para fortalecer y reforzar el "self" o el sí mismo. Por ejemplo, cambios sencillos como decir "estoy seguro/a de" en vez de "pienso que" o cambiar el "no creo que lo logre" por "claro que voy a conseguirlo". Del mismo modo, "no lo he logrado, seré un fracasado" es una frase destructiva que sería conveniente evitarla y transformarla, por ejemplo, en "aunque no lo haya logrado, estoy satisfecho/a porque lo he intentado". También es muy conveniente reflexionar en el porqué del fracaso en una situación, hacernos preguntas como qué ha pasado para acabar en esta situación, si quería tener éxito realmente o madurar más nuestros proyectos para darnos cuentas de si era o no el momento.
Hay pensamientos que podemos aplicar no solo al fracaso, también a situaciones en que nos invada la ansiedad, el estrés o el decaimiento, aunque hay que tener en cuenta que en el fracaso también suelen aflorar esas emociones y por eso es muy eficaz usar estas frases. A continuación os damos algunos ejemplos:
- En este momento estoy aquí pero mañana sé que veré las cosas mejor.
- Todo irá bien, todo esto pasará.
- Cálmate, ya encontrarás la forma de solucionarlo.
- Tengo que estar tranquilo/a, sé que puedo hacerlo, lo voy a conseguir.
- Date tiempo, un fallo no es para tanto, intentaré mejorar.
- Otras veces he salido bien de situaciones peores.
- ¿Qué puedo aprender de esto?
- Voy a mantener el control. Puedo hacerlo, de hecho lo estoy haciendo.
- Si estoy tenso/a, voy a respirar profundamente y me relajaré.
- Puedo mantener la tensión dentro de límites manejables.
- He sobrevivido a situaciones como ésta y a otras cosas peores.
- Si algo no funciona lo cambio y analizo las consecuencias.
- ¡Lo más importante es haber comenzado, no voy a abandonar ahora!
- ¡Me voy a demostrar que puedo hacerlo!
- ¡Voy a poner de mi parte todo lo que pueda en mejorar mi estado emocional!
- ¡Nadie que se esfuerce se queda sin recompensa!
- ¡El hundirme o levantarme y luchar sólo depende de mí y de mi esfuerzo!
- Lo voy superar y estaré bien.
- No dejaré que me invadan pensamientos negativos.
- Sé que puedo hacer más cosas y hacerlas bien.
- Tengo las herramientas para afrontar esta situación.
- Sé que puedo superarlo y volver a intentarlo.
- Lo lograré la próxima vez.
- Tengo fuerzas y valor para superar esto.
- Mañana será otro día.
Los pensamientos positivos son autorrefuerzos que nos ayudan a superar ese momento inmediato de fracaso y poder superarlo mucho mejor. Las autoinstrucciones intentan proveer de destrezas que fortalezcan psicológicamente a la persona al enfrentar situaciones comúnmente debilitantes como es en este caso el fracaso, nos dirigen a actuar, a pensar y a sentir de una forma mucho más apropiada en aquellas situaciones que normalmente nos perturban. Las autoinstrucciones racionales modifican la percepción que tenemos de desesperanza y de incapacidad de tal forma que podamos enfrentarnos más eficazmente a ciertas situaciones, además de aportarnos recursos y un autoconcepto de competencia o autoeficacia. Esto ayuda a reducir miedos anticipatorios y crear la expectativa de éxito y de control, lo cual sostiene o alienta nuestros esfuerzos para seguir luchando en medio de las dificultades.
Aprender y utilizar autoinstrucciones positivas de manera habitual logrará que nuestra mente cambie y sustituya la perspectiva negativa que se suele tener de un fracaso a un enfoque más positivo y constructivo de estas situaciones. Hacer propios los pensamientos positivos hará que enfrentarnos a situaciones difíciles, que nos hagan sentir mal o nos sintamos decepcionados terminen pareciéndonos más livianos y que solo duraran un tiempo limitado. El trabajo de cambiar pensamientos negativos en positivos hará que nuestras experiencias sean más satisfactorias, que disfrutemos más de nuestros proyectos y tengamos una motivación más fuerte para alcanzar nuestras metas sin miedo al fracaso. Si fracasamos lo consideraremos como una nueva oportunidad para intentarlo y fortaleceremos nuestra autoestima, nuestra autoimagen y nuestra autoeficacia. Como dijo Winston Churchill, "el éxito es la capacidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo".