Seguramente hayas oído a alguien decir alguna vez que tiene ansiedad, o que se siente ansioso. Y, aunque a primera vista estas dos afirmaciones te puedan parecer lo mismo, distan muy lejos de serlo. Mientras que sentirte ansioso en según qué momentos puede llegar a ser positivo, porque se considera un mecanismo de defensa, sentir ansiedad en situaciones en las que esto no es necesario se considera un trastorno psicológico.
La ansiedad es una respuesta a un miedo externo, un sistema de alerta que tenemos prácticamente todos los seres vivos y, por supuesto, los seres humanos. Es normal sentirse ansioso en momentos de tensión, ya sea antes de un examen, antes de una entrevista de trabajo, o en cualquier situación en la que nos sintamos en peligro. No obstante, si no hay un peligro real, si no hay nada que pueda producir este miedo, esta ansiedad nos lleva a paralizarnos. Nos incapacita, nos coarta y no nos permite relacionarnos en condiciones con nuestro entorno. Es muy difícil relacionarse en situaciones de ansiedad, porque pese a que ese miedo no sea real, la persona lo siente como tal.
La ansiedad es una reacción natural de las personas
Lo que conocemos como ansiedad es, pues, una emoción totalmente natural e incluso positiva. Y es que sentir que estamos en peligro nos lleva a buscar la seguridad y, por tanto, a mantenernos a salvo. Mas la ansiedad patológica, conocida como trastorno, se da cuando ese peligro que se concibe como real, no lo es.
La ansiedad patológica puede darse de muchas formas distintas, dependiendo de la persona que la padezca, y puede llegar a ser un auténtico problema si no se acude a un profesional para que este lo trate. Se suele reflejar en síntomas tanto físicos como psíquicos; la persona puede llegar a notar desde taquicardias hasta palpitaciones, pasando por náuseas, sensación de mareo e incluso alteraciones del sueño. En el ámbito psicológico, notará una constante sensación de peligro, ganas de huir, despersonalización y una gran dificultad a la hora de tomar decisiones. Eso podría llevarle a comportarse de forma impulsiva, a no poder parar de moverse, o incluso a bloquearse por completo. Y es que la sintomatología de la ansiedad es muy variada, y depende mucho de la persona que se dé de una forma o de otra.
Pero, ¿por qué se produce la ansiedad? De nuevo, cada persona sentirá que la ansiedad aparece en momentos puntuales en los que se sienta más vulnerable. Por ejemplo, una persona que se sienta insegura consigo misma y no quiera hablar en público, o simplemente relacionarse con mucha gente, sentirá ansiedad y pánico a relacionarse con personas desconocidas, o poco conocidas. Mas la ansiedad también puede ser provocada por situaciones de estrés, en las que todo parece ir demasiado rápido y apenas tienes tiempo para pensar lo que está pasando.
Cuando una persona es excesivamente perfeccionista, cuando no se permite fallar bajo ninguna circunstancia, esto puede acabar generando una ansiedad generalizada. Porque al no querer fallar, acaba por no permitirse siquiera un descanso, y esto le puede provocar una sensación de ansiedad en la que el miedo a cometer un error sea demasiado grande. No debemos olvidar que, ante todo, somos personas, y como tal es lógico que de vez en cuando cometamos errores. No es malo querer descansar en algún momento, querer desconectar del trabajo y de las obligaciones.
La ansiedad también puede venir provocada por factores biológicos, quizás incluso genéticos, o por el entorno en el que la persona se haya criado. Es importante conocer qué es lo que genera esa ansiedad, y por qué se da en según qué momentos; para eso, lo mejor es que un experto nos ayude a analizarnos. Factores como el tener miedo al propio miedo son los que favorecen que esta ansiedad se mantenga a largo plazo, y sea mucho más difícil eliminarla. Aprender que pasar miedo es solo una fase más de la vida también es fundamental para nuestro desarrollo como personas.
No todo es negativo en la ansiedad
Pese a que la ansiedad generalizada es un trastorno y, como tal, conlleva muchísimas complicaciones, no todo tiene por qué ser negativo en estas situaciones. Porque realmente la ansiedad es un sistema de alerta que tenemos todos los seres vivos, y que es muy útil para protegernos en según qué circunstancias; eliminar por completo esta sensación no es tan solo imposible, sino que también está muy desaconsejado. La clave es saber que hay momentos en los que puede ayudarnos, y momentos en los que es mejor desprendernos de ella.
Por supuesto, esto no es sencillo. Para tratar la ansiedad es necesario contar con la ayuda de un profesional, puesto que nadie mejor que un psicólogo (en ocasiones, acompañado de un psiquiatra) para darnos todas las claves para superar nuestros trastornos. Aunque pueda dar miedo, aunque haya muchos tabúes al respecto, lo cierto es que no hay nada mejor que contar con un experto para solucionar nuestros problemas. Ir al psicólogo es lo mismo que acudir al médico de cabecera cuando tenemos un resfriado: nos encontramos mal y decidimos atajar este asunto, contando siempre con la ayuda de una persona que ha estudiado nuestro problema en profundidad.
La ansiedad es un trastorno muy extendido, pero eso no la hace menos peligrosa. Si bien es cierto que, controlada, no tiene por qué ser un obstáculo para la realización personal, si no se controla puede acabar conllevando una gran cantidad de problemas. Una persona con ansiedad puede acabar evitando todas aquellas situaciones que la lleven a sentirse ansiosa, como por ejemplo encuentros sociales, o entrevistas de trabajo, o exámenes. Buscará protegerse, en lugar de enfrentar sus miedos y procurar convertirlos en un incentivo para crecer y evolucionar. Esto es precisamente lo que debe evitarse; porque la ansiedad puede paliarse con las terapias adecuadas, ¡y es mejor eliminarla parcialmente de nuestras vidas! Totalmente no, porque recuerda que no deja de ser un mecanismo de defensa natural que todos tenemos. La ansiedad es eso que te lleva a huir de situaciones de peligro inminente, como una posible explosión de gas en tu casa. La clave es comprenderla, y saber utilizarla a tu favor.