La cleptomanía es un tipo de trastorno psicológico definido, según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales en su cuarta edición (DSM-IV), como "la dificultad recurrente para controlar los impulsos de robar cualquier objeto, aun cuando no sea necesario para el uso personal o por su valor económico". Según la clasificación de los trastornos mentales elaborada para este manual, de mano de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA), la cleptomanía es un tipo de trastorno de control de los impulsos. Este tipo de trastornos se caracterizan porque la persona no es capaz de controlar la motivación o la tentación de realizar una conducta que sabe que es perjudicial para ella.
Una persona cleptómana no es una persona enferma, pero sí tiene una conducta que le causa un funcionamiento disruptivo en su vida. La persona que roba por impulso no lo hace porque necesite el objeto u objetos que sustrae, ni porque le gusten, ni le falten recursos económicos para hacerlo, sino que tiene que eliminar la tensión que siente ante la posibilidad de robar. Así, la cleptomanía tiene los siguientes rasgos:
1. La persona no puede controlar el impulso de robar el objeto, y este no es necesario para la persona ni tiene un valor económico concreto.
2. Antes de sustraer el objeto, la persona siente una gran tensión.
3. Al cometer el robo, la persona nota una sensación de alivio, bienestar y liberación.
4. No se roba por causar un daño a la persona dueña del objeto, ni por venganza, ni enfado.
5. La persona no sufre alucinaciones que le lleven a cometer el hurto, ni la conducta es explicada por otros trastornos psicológicos.
En definitiva, para la persona con cleptomanía la conducta de robar es un impulso que no puede controlar. Al hacerlo, siente una liberación que facilita que ponga en marcha ese mismo mecanismo (el de sucumbir al impulso) en las futuras ocasiones que lo sufre, y no lo puede controlar.
Las personas cleptómanas no roban por placer
Hay diferentes situaciones o factores que nos pueden llevar a cometer un robo, ya sea más pequeño o grande. Uno puede ser la necesidad (robar comida, por ejemplo), también por capricho, pasando por alto el perjuicio que el robo puede ocasionar o el que estemos infringiendo una norma de convivencia; se puede robar por rebeldía, enfado o venganza. También por placer, en el sentido de que planificar un robo, exponerse al peligro y salir indemne de él nos de sensación de éxito. Pero ninguno de estos casos tiene que ver con la cleptomanía.
Las personas con cleptomanía no suelen utilizar los objetos que roban, o a veces también los devuelven. El trastorno puede ir acompañado o no de culpa o remordimiento posterior, y no es extraño que una persona se sienta mal por hacerlo pero lo haga igual: no lo puede controlar. Tampoco son robos planificados, ni hechos en colaboración con nadie más. Si hay un claro riesgo de ser descubierto, el acto no se comete.
¿Por qué robar?
No se conocen muy bien las causas de la cleptomanía, algo común en los trastornos psicológicos. Tiene elementos en común con las adicciones, y también con el Trastorno Obsesivo-Compulsivo, pues la persona no controla ciertos actos y necesita realizar una conducta para poder sentirse bien. Sin embargo, tiene un gran significado cultural el que el comportamiento de alivia que se realiza sea robar: es perjudicial porque socialmente hemos creado las reglas de que las cosas que hay en una tienda deben ser intercambiadas por dinero, o las que están en casa de una persona o un establecimiento, son del dueño o dueña, no las podemos coger. Para empezar, por el concepto de propiedad, y para seguir porque a esa persona le habrá costado dinero, tendrá valor sentimental, le gustará o le será de utilidad, y no queremos causar daño a los demás. Y es que en muchas ocasiones, los trastornos psicológicos tienen relación más con la relación simbólica que establezcamos con la conducta que realizamos (el robar está mal, no me gusta hacerlo y me traerá problemas, pero tengo la necesidad de hacerlo) que por un mero hecho biológico. Así, puede que las conductas compulsivas puedan tener relación con nuestros niveles de serotonina o dopamina en el cerebro, se vuelcan sobre elementos de nuestro entorno de una manera no azarosa.
La cleptomanía se puede tratar
Como trastorno psicológico que es, la cleptomanía tiene tratamiento terapéutico. Este ha de ser de tipo conductual, para evitar que la persona vuelva a tener esa sensación de tensión ante la posibilidad de robar. Desde la psicología se pondrán en marcha planes y estrategias para poder conseguirlo, y aunque sienta ansiedad, pensamientos obsesivos o sea incapaz de concentrarse en otros aspectos de su vida, es posible superarlo sin necesidad de psicofármacos.
Lo que es muy importante es que no estigmaticemos, ni señalemos ni juzguemos a la persona con cleptomanía. Si le ocurre a alguien de nuestro entorno, debemos animarle a acudir a terapia, pero no es necesario que le digamos que robar está mal, porque ya lo sabe. No es que tenga que acudir porque la conducta sea un delito, sino también porque es un trastorno que genera, como todos, un gran malestar. Por otro lado, no siempre será sencillo que devuelva lo que ha robado, pues eso implicaría en muchas ocasiones exponer su conducta, o su problema, y las consecuencias no serán buenas. Pero, por ejemplo, si es un familiar o una amistad tuya y te roba algo, puedes decirle que no te enfadas, pero que necesitas que te lo devuelva. Cada caso es diferente, pero poco a poco se puede conseguir pedir ayuda y superar este problema.