El trastorno bipolar o depresión maníaca, es una afección mental, en la cual, la persona que lo padece, sufre cambios bruscos en el estado de ánimo, pasando de estar muy alegre a estar profundamente triste. Estos cambios se conocen como fases maníacas o hipomaníacas y fases depresivos.
Cuando la persona está en un episodio de manía tiende a estar eufórica, llena de energía, actúa de forma impulsiva y se muestra inusualmente irritable ante situaciones cotidianas. Mientras que cuando está en un episodio depresivo, se siente profundamente triste, sin esperanza, habiendo perdido el interés y las ganas de realizar actividades que normalmente le eran placenteras. La frecuencia del cambio en el estado de ánimo depende de la persona que lo padezca. Pueden darse en pocas ocasiones y con largos periodos de tiempo entre medias, o suceder a menudo.
¿Qué tipos de trastorno bipolar existen?
Existen varios tipos de trastorno bipolar o depresión maníaca dependiendo de la intensidad en las fases de cambio de ánimo. Pero a pesar de la diferencia, todos afectan negativamente en las relaciones personales y sociales, causan bajo rendimiento escolar y laboral, etc. Los distintos tipos son:
- Trastorno bipolar de tipo I: Cuando la persona sufre al menos un episodio maníaco, hipomaníaco o depresivo, a lo largo de su vida. Normalmente las personas que padecen este tipo presentan una fase de manía seguida de otra depresiva.
- Trastorno bipolar de tipo II: Cuando la persona sufre más de un episodio depresivo y al menos uno maníaco o monomaniaco a lo largo de su vida. En algunas ocasiones este tipo de trastorno bipolar puede ser confundido con depresión mayor.
- Trastorno bipolar no especifico: En algunos casos el trastorno bipolar no se puede clasificar en los tipos anteriormente dicho por estas razones:
o Cambios de tan solo días entre síntomas maníacos y depresivos, por lo que no cumplen el mínimo de duración para considerarse episodios o fases.
o Episodios maníacos o hipomaníacos sin síntomas depresivos entre medias.
o Un episodio maníaco y depresivo, junto a un trastorno delirante, como por ejemplo, la esquizofrenia.
En estos casos se considera que la persona padece un trastorno bipolar no específico.
- Trastorno bipolar de ciclos rápidos: Cuando la persona sufre cuatro o más de cuatro episodios maníacos y depresivos a lo largo de un año.
No obstante, existen variantes de dicho trastorno, como por ejemplo la ciclotimia, en la cual la intensidad de los episodios es menor, pero duran como mínimo dos años, en el caso de niños y adolescentes uno.
¿En qué se diferencia la manía y la hipomanía?
La manía y la hipomanía son episodios de ánimo diferentes, pero tienen los mismos síntomas. Su principal diferencia radica en la intensidad y gravedad de estos, siendo la manía más grave e intensa, lo cual afecta en mayor cantidad a las relaciones personales, laborales, familiares, etc. Además en un episodio de manía puede haber desconexión con la realidad y ser necesario la realización de un ingreso hospitalario.
¿Cuáles son las causas del trastorno bipolar o depresión maníaca?
Las causas de este trastorno aun no están claras, los profesionales de la salud y los especialistas creen que puede tener su origen en la genética del individuo que lo padece, lo que quiere decir que es una tendencia familiar. En cambio, también barajan la opción de que sea provocado por un funcionamiento anormal del cerebro.
Por lo tanto los factores de riesgo serian:
- Tener un pariente de primer grado que padezca este trastorno.
- Periodos largos de excesivo estrés o situaciones con alto nivel de agitación emocional.
- Abuso en el consumo de alcohol o drogas.
- Cambios físicos en la estructura cerebral.
¿Cuándo y quien puede padecer este trastorno?
Generalmente esta afección comienza en las primeras etapas de la adolescencia o de la edad adulta, pero eso no quiere decir que tanto los niños, como los adultos y los ancianos no puedan padecerlo, ya sean hombres o mujeres.
¿Este trastorno tiene cura?
El trastorno bipolar o depresión maníaca, es una afección crónica, es decir que es de por vida. A pesar de eso, los cambios de estado ánimo pueden disminuir y ser controlados siguiendo un tratamiento especifico, al igual que el resto de síntomas.
Este tratamiento generalmente se basa en el consumo de medicamentos prescritos por el especialista y terapias de apoyo o psicoterapia. Es más eficaz y da mejores resultados cuando se suman ambos tratamientos.
¿Cuáles son los síntomas del trastorno bipolar?
Hay varias señales y síntomas que debemos de tener en cuenta a la hora de detectar si una persona padece un trastorno bipolar o una depresión maníaca. Estos síntomas dependerán del estado anímico y de la fase en la que se encuentre la persona, llegando a ser muy parecidos a la depresión en los estados depresivos.
Algunos síntomas y señales que muestran las personas bipolares cuando están en un estado maníaco son:
- Aumento de la energía de la persona y por lo tanto de la actividad física y mental.
- Conductas impulsivas e imprudentes con alto nivel de riesgo para la persona, tales como hacer compras compulsivas, tener prácticas sexuales sin protección, consumo de drogas, etc.
- Menor necesidad de descansar y sin experimentar cansancio.
- Un estado anímico exagerado, con mucha confianza en sí mismo y optimismo.
- Egocentrismo, presentando un mayor nivel de importancia en sí mismo.
- Excesiva irritabilidad y comportamientos agresivos.
- Aumento de la velocidad al hablar y al pensar.
- En algunos caso, delirios y alucinaciones.
- Perdida de la conexión con la realidad y el juicio.
- Disminución de la capacidad de concentración y atención.
Algunos síntomas y señales que muestran las personas bipolares cuando están en un estado maníaco o hipomaníaco son:
- Llanto sin motivo aparente.
- Sentimiento de tristeza duradero en largos periodos de tiempo.
- Cambios en los hábitos de alimentación y sueño, es decir pérdida o aumento del apetito e insomnio o hipersomnia.
- Ataques de ansiedad, enfado, furia e irritabilidad.
- Aumento de la preocupación y de la inseguridad, llegando incluso a la paranoia.
- Perdida del interés por actividades que antes le eran placenteras y disfrutaba realizando.
- Agitación o comportamiento más lento al habitual.
- Disminución de la energía y apatía.
- Pesimismo antes todos los aspectos o indiferencia en estos.
- Incapacidad de concentrarse o retener información.
- Sentimientos de culpa e indecisión.
- En algunos casos pensamientos suicidas y actitudes autolesivas.
- Aislamiento social y pérdida de las relaciones, tanto laborales como familiares, de pareja y amistad.
- Dolores físicos sin motivo aparente.