La vida profesional de una persona hoy día necesita ser concebida como una carrera. Un camino no exento de cruces y ramificaciones. En otros artículos de Bekia Psicología hemos hablado acerca de la inestabilidad en el empleo, y también de modalidades atípicas de trabajo, indicativos de que el mundo laboral se ha transformado en una espiral de variabilidad en el desempeño profesional. La estadística nos dice que el trabajador actual, especialmente entre jóvenes, desarrollará su trayectoria profesional en un número mayor de puestos y empresas que nunca antes. Sin entrar a valorar los riesgos psicosociales que esto implica para las personas, o la consiguiente transformación de las trayectorias vitales en el grueso de la población, en este artículo se pretende ahondar sobre las posibilidades de futuro que una persona puede tratar de orientar en su vida actual.
En el centro de este contexto se sitúa la empleabilidad como el término definitorio de la carrera profesional. La empleabilidad responde a la ecuación que determina la posibilidad de un trabajador para lograr un puesto de trabajo. Refiere la mochila de experiencias, formación, competencias y habilidades que el trabajador ha cosechado en su carrera académica y profesional, con la cual se presenta como un activo atractivo para las organizaciones a las que postula como candidato para un puesto determinado.
La empleabilidad en un mercado de trabajo flexible
En un concepto tan heterogéneo como la empleabilidad tienen cabida múltiples itinerarios, y un contexto de flexibilidad laboral exige al trabajador que moldee su propio perfil profesional. Esta responsabilidad exigida al trabajador actual, que presta su servicio al sistema económico de cada estado a través de empresas y organizaciones públicas y privadas, es una fuente de estrés y malestar muy evidente en las sociedades occidentales. Ante esta circunstancia, este artículo pretende recoger recursos y pautas para tratar de orientar o reorientar la carrera profesional con apoyo, y tratando de minimizar el malestar que estos procesos pueden generar.
Un marco de flexibilidad, como aspecto positivo, permite tener una concepción más abierta de la carrera profesional de una persona. Quizá, en un momento dado, la carrera se puede reorientar en una u otra dirección. En unas ocasiones esta reorientación surge de manera espontánea: una oportunidad que surge y se decide aprovechar. Quizá en un puesto o perfil que no se había anticipado, pero de pronto se abre la puerta a nuevas oportunidades laborales. En otras ocasiones, el trabajador simplemente necesita un cambio: se puede planificar esa reorientación, y lo mejor de todo es que disponemos de muchos recursos de ayuda para tratar de ordenar estos cambios.
Qué tener en cuenta si quieres cambiar tu carrera profesional
Como norma general, la empleabilidad precisa de cierta congruencia en nuestro desempeño. Los cambios radicales, como cambios rotundos de sector profesional, requieren prioritariamente tiempo. Sin embargo, son posibles. Los cambios a sectores adyacentes no solo son posibles, sino que son algo tremendamente habitual, y también necesario. Plantear una carrera profesional con las miras abiertas se traduce en un abanico mayor de posibilidades laborales a desempeñar, mientras que obcecarse con un puesto de trabajo muy concreto, quizá inalcanzable, posiblemente sea origen de frustraciones profundas.
1. - La formación académica
El punto de partida para reorientar la carrera profesional en cualquier dirección es la formación académica. Los estudios reglados tienen salidas laborales habituales, y otras que no lo son tanto pero igualmente ofrecen posibilidades. Por ejemplo, en el caso de la psicología, la salida profesional que más rápidamente se viene a la cabeza es la psicología clínica. Sin embargo, el Grado en Psicología tiene un amplio abanico de trayectorias profesionales asociadas: orientador de estudiantes, intervención en trastornos del aprendizaje, técnico de recursos humanos, orientador profesional, intervención en riesgo de exclusión social... En la web de cualquier centro formativo o universidad se puede encontrar una hoja informativa asociada a cada rama de estudio en la que se delimitan posibles salidas laborales.
A través de esta variabilidad de opciones, un trabajador puede tratar de abrirse camino a campos profesionales adyacentes con total facilidad. De hecho, es recomendable que una persona disponga de un perfil apto para diferentes salidas profesionales, ya que esto incrementa las oportunidades de empleo.
Sin embargo, en otras ocasiones el cambio necesita ser rotundo. Una persona puede necesitar moverse a campos profesionales completamente diferentes. Por ejemplo, en una ocasión me topé en una entrevista de trabajo con una chica que postulaba a un puesto de ingeniería en telecomunicaciones. Su primera carrera universitaria había sido óptica, una formación con el 100% de inserción laboral. Sin embargo, aquella chica había desarrollado una ingeniería técnica a posteriori, y era el puesto que solicitaba en esta ocasión. Evidentemente, le pregunté el motivo por el que había abandonado un campo profesional con el 100% de inserción laboral, en favor de otro mucho más competitivo. Su respuesta fue completamente válida, simplemente prefería desarrollar su carrera profesional en el campo de la ingeniería. No obstante, comentó, que su trabajo en óptica le había permitido desarrollar habilidades sociales al contactar con pacientes en consulta, y también habilidades comerciales relacionadas con la venta. Pese a que la óptica y la ingeniería de telecomunicaciones son dos áreas bien diferenciadas entre sí, aquella chica tenía una visión general sobre su empleabilidad y supo relacionar competencias obtenidas en su trayectoria con el nuevo campo profesional en el que quería incurrir: un ingeniero con conocimientos comerciales y buen trato con clientes es un activo.
Sin embargo, pegar estos saltos de campo no siempre se necesita de hacer una carrera universitaria nueva, en muchas ocasiones la formación complementaria facilita la transición de un campo a otro, o algún tipo de estudio de posgrado si se trata de áreas profesionales de alta cualificación.
2.- Ordenar las ideas
El principal problema que muchos trabajadores se encuentran en la actualidad es la necesidad de hilar su carrera profesional. Resulta muy frecuente localizar perfiles erráticos, donde una persona presenta excesiva variabilidad de campos profesionales que ha tratado de desarrollar con poca profundidad. En general, esto no es atractivo para los empleadores, y parece difícil de justificar en una entrevista de trabajo, por ejemplo. Por ello, resulta necesario confeccionar un discurso que explique los diferentes pasos que hemos dado en nuestro desempeño profesional a lo largo del tiempo.
Reorientar el desarrollo profesional requiere de una planificación y meditación profunda: ordenar ideas, pensar en las potencialidades que cada trabajador posee, así como en las posibilidades de éxito en un nuevo campo profesional. Pensar en las pérdidas que este cambio también supone: por ejemplo, dejar un buen puesto de trabajo, y analizar si compensa el esfuerzo de labrarse camino en un mundo laboral nuevo. Marcarse plazos y trayectorias, y crear un camino planificado. Nunca puede ser una decisión impulsiva, pero sí decidida. Si un trabajador no es feliz o no se siente realizado en su área laboral, y tiene clara la alternativa a tomar, es una inversión que probablemente merezca la pena. A fin de cuentas, el aspecto laboral en nuestras vidas es una parte extremadamente importante, que condiciona el bienestar personal en su conjunto.
Generar esta planificación y toma de decisiones es un proceso verdaderamente complejo. Sin embargo, se trata de un trance que no se ha de desarrollar en solitario.
3.- Recursos disponibles
En la actualidad, fruto de un mercado laboral flexible, existen multitud de servicios destinados a ayudar a las personas a definir su trayectoria profesional. El común a todos estos servicios y agentes sociales es que el trabajador que acude será el que finalmente tiene la decisión sobre lo que hacer o no con su futuro laboral. Por ello, cualquier persona que acuda a cualquiera de estos agentes lo hará con la convicción de que no se encontrará ninguna clase de imposición.
La figura más obvia resulta la del orientador laboral u orientador profesional. Habitualmente vinculados a planes de empleo o servicios públicos, estos profesionales se especializan en generar planes de inserción laboral en todo tipo de perfiles. El proceso a seguir radica en la evaluación de un perfil, sus posibilidades, y generar un plan de activación para tratar de lograr una inserción laboral exitosa. Cuando están vinculados a planes de empleo su misión tiende a ser prioritariamente la de lograr esta inserción. Sin embargo, están presentes en muchos centros formativos, universidades, fundaciones, oficinas juveniles... en este caso su labor de orientación ofrece consejo, ayuda y motivación para tratar de dar forma a una trayectoria profesional.
Las agencias de colocación son un servicio de asesoramiento donde técnicos de diferentes perfiles ofrecen apoyo a los asistentes para lograr una inserción de empleo en diferentes campos. Lo interesante de las agencias de colocación, también vinculadas a universidades, municipios o fundaciones de todo tipo, así como ONG, es que disponen de un amplio abanico de recursos a los que se puede derivar a los beneficiarios. Así, puede que un trabajador no esté buscando trabajo, sino meramente formación para cambiar de campo profesional o crecer en el suyo. En este caso particular, las agencias de colocación posiblemente faciliten procesos y ofrezcan a los beneficiarios un catálogo de servicios y posibilidades.
Por último, la figura de coach se descubre como un apoyo importante para la toma de decisiones. El coaching consiste prioritariamente en una figura profesional que tiene como primer objetivo el desarrollo de capacidades. Así, en un momento de incertidumbre laboral, o en un momento en el que una persona necesita un cambio en su entorno profesional, el coach facilitará esta toma de decisiones. Ayudará a crear proyectos de futuro, aportará información y servirá tanto como elemento dinamizador, como motivador, de la proyección profesional.